a man riding a snowboard down the side of a snow covered slope

Lo personal

Tratando de recordar-[te][me][nos]

yetica

4/22/20252 min read

Hoy me siento sin ganas; desperté sin ganas de preparar el desayuno, pero igual lo hice. Quisiera decir que este día acabará siendo muy productivo, pero lo dudo. Al menos ya me hice mi café. Hay tantas cosas por hacer y el sol no da paz.

Ayer pensaba en mi padre; debería escribir de él, vale la pena. Román Méndez fue un hombre siempre muy reservado, aunque con mi madre podía pasar horas y horas hablando de todo y nada. Por las noches, antes de dormir, yo solo escuchaba cómo ellos seguían platicando. Incluso, cuando mi madre estaba en casa y mi papá en el negocio, él le marcaba por teléfono para seguir contándose cosas. Vaya demencia, se amaban mucho a su manera.

Román fue siempre buen hijo, aunque eso también le trajera problemas con mi madre. Por no querer dejar a mi abuelita sola decidió (y creo también por la situación económica de ese momento) que todos debíamos vivir con ella. Mi abuelita era buena persona, pero tenía sus cosas; era muy especial con mi hermanito Alejandro, que era bien tremendo como cualquier niño, y lo trataba diferente a como trataba a mi hermana y a mí. Yo creo que las experiencias en la vida de mi abuelita endurecieron su corazón y no lograba confiar en los hombres, pero Ale no era un hombre, solo un niño.

Este mismo carácter duro de mi abuelita hizo que mi padre fuera muy introvertido. Además, desde niño él tuvo que trabajar como vendedor de dulces y botanas en lugares inapropiados para un niño, como bares y cantinas. Todo lo que observó en esos años hizo que repudiara los vicios como el alcohol, el tabaco y las mujerzuelas; todo lo contrario a su hermano Agustín, el cual cometió todos esos errores constantemente y definieron su vida.

A mi padre se le cumplieron los deseos de su corazón, él mismo lo dice en una carta escrita a Dios en su diario personal. A él le gustaba mucho escribir, pero dejó de hacerlo una vez que todos los sueños que tenía en ese momento se cumplieron. Luego estuvo tan ocupado que se olvidó de los diarios y las peticiones escritas. Agradezco que él haya escrito, pues hoy que ya no lo tengo conmigo me hace recordarlo como lo que era: un ser humano con sueños.

Todos somos humanos, pero unos más que otros, dependerá de con qué lupa se mire.

Escribo todo esto porque temo olvidar a mi padre. Cuando me esfuerzo en recordar, vuelvo a mirar los mismos escenarios: el mercado, cuando me llevaba a la escuela, comprando jugos, la última caminata que tuvimos, las pláticas profundas donde parecía que quería entrar en mi mente y en mi corazón, que tenían lugar en el puesto chiquito rodeados de tanto bullicio. Las salsas que mi madre le preparaba en el molcajete y que él disfrutaba como si fueran lo más delicioso. A él viendo futbol, comiendo sus cacahuates, esperándome fuera de la sala de juego, impaciente y nervioso por el resultado. Conduciendo hacia algún torneo con una playlist proveniente de algún disco pirata de los 80’s. Incluso cuando estaba tan molesto conmigo que me dejaba de hablar...