Lo que sí recuerdo

11/24/20251 min read

De mi infancia recuerdo poco, no sé por qué, quizá pasé tanto tiempo imaginándome un mundo donde alternadamente me encontraba y en el que yo sentía que era feliz y normal que no sé qué tan legítimo pueda ser. Pero sí recuerdo algunas cosas: libros leídos, tacos con crema, tardes en el cyber, peinados con limón, cabello tieso, el tocador donde mi abuelita guardaba sus collares, camino a la primaria arrastrando mi mochila de rueditas por los azulejos rotos del parque Juárez, la punta de lápiz que clavó mi dedo cuando tenía siete, una saturación de dedo sin anestesia, las que yo sentía como golpizas de parte de mi madre pero ella las veía como caricias, las cachetadas merecidas por rezongar, las malas palabras aprendidas en casa y que jamás podía decir, ser mencionada en el homenaje, vendiendo globos de gas los catorces de febrero, mi primera escapada de globo de gas, exámenes perfectos, perder un concurso de conocimientos, ser vendedora en una escuela privada, mi mercancía siendo atropellada por el descuido de un camión de basura (qué, afortunadamente acabaría con mis días de venta ambulante, ser recogida en la camioneta de mi padre que él veía como una carroza y yo como una pocilga, mi abuelita en el negocio comprándonos agua de horchata y una telera para comer, yéndonos juntas al acabar de trabajar y llevarla del brazo mientras caminábamos, sentirme libre al estar en casa, mi prima Angie y mi hermanita jugando a las muñecas o a la comidita, mis primeros jeans, mi primera computadora, la cocina de ajedrez que jamás quería entrar a cocinar o tomar algo, los juguetitos de mi abuelita en la división de la cocina y el comedor, la mesa de vidrio jamás usada para comer pero sí para acumular cosas, las veces que hice de enojar a mi abuelita, las veces que la vi llorar, las veces que me dijo Yetica.